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La vejez y el sexo (página 2)




Enviado por Felix Larocca


Partes: 1, 2

La creencia de que la edad y el declinar de la actividad
sexual están inexorablemente unidos ha hecho que no se
prestara mayor atención a una de las actividades que
procura mayor calidad de
vida, tanto en los mayores como en los jóvenes, como
es la sexualidad.

Hasta hace muy poco, la actividad sexual en los ancianos
ha sido considerada inapropiada, inmoral e incluso una conducta
aberrante. Un cambio radical
con respecto a la sexualidad en las últimas décadas
ha permitido un aumento del número de personas de edad
avanzada que han buscado y buscan consejo para el tratamiento de
las disfunciones sexuales, así como respuestas a las dudas
que abriguen acerca de los cambios sexuales que en ellos mismos
observan.

En los seres muy mayores la función
sexual se ve afectada en primer lugar por los cambios
fisiológicos y anatómicos que el envejecimiento
produce en el organismo sano, cambios que deben distinguirse de
los efectos en la actividad sexual que las diferentes enfermedades y/o sus
tratamientos pueden producir.

Por supuesto, hay que entender, que el mayor impedimento
al sexo en todas
las edades es: la obesidad con
sus complicaciones asociadas. (El artículo que aquí
debe leerse es: Larocca, F. E. F. and Goodner, S: Eating
Disorders in the
Elderly: Transgenerational
Psychiatry
. J Clin. Geront. Vol. 7: 3/24
1988).

Prosigamos

En 1948 se publicó el primer estudio sobre las
relaciones
sexuales en la vejez. Kinsey
y sus asociados fueron los primeros en documentar la existencia
de un gradual declive en la actividad y en el interés
sexual con el envejecimiento. Esta disminución de la
función sexual se constató tanto en los hombres
como en las mujeres. Masters & Johnson confirmarían
estos hallazgos más adelante.

Ambos grupos de
investigadores igualmente, enfatizan las diferencias que existen
entre la mujer y
el hombre
envejecidos desde el punto de vista de la actividad
sexual.

Una posible explicación a la diferencia entre
hombres y mujeres estaría en que la mayoría de
estudios que aparecen en la literatura utilizan como
definición de actividad sexual exclusivamente la
cópula. Un factor de consideración es que en edades
avanzadas se produce en la población un desequilibrio numérico
a favor de las mujeres. De hecho, en mayores de 85 años
hay 39 hombres por cada 100 mujeres. Prácticamente dos
terceras partes de la población anciana son mujeres, por
lo que la ausencia de actividad sexual en la mujer
podría tener que ver con la falta de pareja, entre otras
razones.

Nunca engordé? Soy "joven a los
setenta?"

Muchos de los estudios existentes sobre sexualidad y
vejez han sido criticados debido a que confunden los efectos
propios de la edad con aquellos debidos a patología o a
factores como la socialización, factores culturales y de
actitud o
valores.

Muy pocos enfatizan la alimentación, como si
este factor fuera irrelevante — que, como sabemos, es de la
mayor importancia.

Kaiser en 1996 realiza una revisión de los
diferentes trabajos publicados hasta el momento sobre este tema.
Entre ellos destaca el estudio llevado a cabo por Pfeiffer et al
quienes encontraron que el 95% de los hombres de edades
comprendidas entre los 46 y 50 años mantenían
relaciones sexuales semanalmente, cayendo este porcentaje al 28%
en los varones de 66 a 71 años. En el caso de personas
casadas, el 53% de los individuos de 60 años y el 24% de
los mayores de 76 años eran sexualmente activos.

Otro trabajo
descrito en la revisión de Kaiser es el realizado por
Bretschneider y asociados. Estos autores indican que el 63% de
los hombres y el 30% de las mujeres de entre 80 y 102 años
de edad eran activos sexualmente. En este estudio, además,
se reseñaba que la actividad sexual más frecuente
eran las caricias y tocamientos seguido del coito. El 74% de los
hombres y el 42% de las mujeres practicaban la
masturbación. Las mujeres activas sexualmente
tendían a haber tenido más parejas sexuales y mayor
nivel de actividad sexual en su juventud. Dato
que posteriormente se ha confirmado también con los
hombres. Sanders, realizó un estudio en el que se
encuestó a 1110 individuos, mayores de 65 años, 658
mujeres y 452 hombres, en los resultados obtenidos aparece
también la existencia de esta estrecha relación
entre la actividad sexual mantenida en la vejez y la sexualidad
ejercida durante la juventud.

A la hora de estudiar las relaciones sexuales en los
ancianos, el grupo de
Bretschneider describe como variables que
pueden influir limitando la actividad sexual, a la capacidad de
la pareja, el estado de
salud, problemas de
impotencia en el hombre o de
dispareunia en la mujer, así como el interés sexual
en la juventud. Otros pronosticadores importantes para estos
autores, son la toma de medicación y variables
ambientales, como la pérdida de privacidad, por ejemplo,
el vivir en una residencia o en casa de los hijos pueden suponer
una falta de intimidad, lo que llevará a un detrimento en
las relaciones sexuales. (El artículo para aquí
leer es: Larocca, F. E. F: La vejez sin
achaques
).

El hecho es que los viejos en todos los estudios
publicados, cuando eran saludables mantuvieran la
satisfacción y el deseo sexual. Lo que nos lleva de nuevo
a recalcar la importancia de los factores psicológicos y
relacionales en la actividad y deseo sexual y no sólo la
de los cambios anatómicos y fisiológicos producidos
por el envejecimiento.

En resumen, la revisión de la literatura
publicada sugiere que hay una disminución en la frecuencia
de las conductas sexuales, que afecta también al
interés sexual y que se produce un aumento de las
disfunciones sexuales asociado con la edad. Pero esto no es culpa
de ser viejo, como ya veremos más adelante.

De cualquier modo hay diferencias individuales
importantes en las que parece influir entre otros factores, las
características de las relaciones sexuales en la juventud,
el estado de
salud, los medicamentos administrados, la existencia de
alteraciones psicopatológicas, así como variables
psicosociales que incluyen la existencia de pareja estable y la
calidad de la
relación, el funcionamiento social y el nivel
educacional.

El envejecer y su
fenomenología

El envejecimiento fisiológico es una clave
importante para entender, en parte, la disminución de la
actividad sexual que se produce en esta etapa de la vida, aunque
no es posible explicar todos los cambios que ocurren teniendo en
cuenta sólo este hecho.

Un error frecuentemente aceptado es la confusión
entre envejecimiento y dolencia. Error compartido cuando
enfocamos ciertas condiciones como la menstruación, el
embarazo y la
menopausia (Véanse mis artículos al respecto).
Aunque el proceso de
envejecimiento incluye la susceptibilidad a las enfermedades, los
cambios producidos por el proceso de envejecimiento son
universales, afectando a todos los individuos de todas las
especies animales,
mientras que las enfermedades sólo afectarán a un
determinado grupo de estos individuos.

Así será, hasta la activación final
del mecanismo universal de la apoptosis. Mientras tanto, el
libro que
aquí se recomienda es: Aging with grace? por David
Snowdon.

De importancia es aquí recordar, que hay grandes
diferencias individuales con respecto a los efectos de la edad en
la capacidad sexual, en ausencia de enfermedades y que, a pesar
de los cambios fisiológicos y anatómicos que se
producen, tanto los hombres como las mujeres de edad avanzada
pueden continuar disfrutando de las relaciones sexuales, si se
dan las condiciones necesarias. Y si no están tarados por
la obesidad o por sus daños colaterales.

En general, en las mujeres hay menor preocupación
por la función sexual y más por la pérdida
del aspecto juvenil. No así en los hombres, donde la
preocupación excesiva por los cambios fisiológicos
que se producen con el envejecimiento, pueden llevar a la
aparición de angustia.

En la vejez, el interés o deseo sexual se
mantiene mejor que la actividad sexual en los hombres. Mientras
que en las mujeres existe una caída en ambos aspectos de
la sexualidad. En cualquier caso, se ha descrito aumento,
disminución o ningún cambio en la libido, tanto en
hombres como mujeres en el envejecimiento.

Cambios en la
Mujer

En la Europa de los
siglos XVIII y XIX los médicos estimaban que al llegar a
la menopausia las mujeres experimentaban un descenso
físico y psicológico, y en 9 de cada 10 casos se
diagnosticaba la existencia de "irritabilidad nerviosa". Los
estudios actuales, sin embargo, no han producido indicios de que
en los años siguientes a la menopausia se encuentre un
aumento de los índices de enfermedad depresiva o de otros
trastornos psiquiátricos graves. Estas investigaciones
muestran que mucho se ha exagerado sobre las implicaciones de los
cambios que se producen en la mujer, e incluso en el hombre tras
climaterio normal. (Véanse mis artículos acerca de
la menopausia y de la andropausia).

Es que el envejecimiento no es por sí solo un
factor que origine la disminución de interés sexual
de la mujer, ni su capacidad de respuesta sexual. La mujer de
edad avanzada puede mantener, generalmente, sus patrones de
conducta sexual anteriores, los que presentaba en la juventud,
hasta el final de la vida o hasta que aparece una enfermedad lo
suficientemente debilitante que lo impida. O una
complicación intercalada como son la obesidad, y la
diabetes como
corolario.

No obstante, el ciclo de la respuesta sexual de la mujer
post-menopausia lleva consigo una serie de cambios
fisiológicos y anatómicos a nivel del aparato
genital y de todo el organismo. Estos cambios no acontecen de
forma súbita ni se presentan del mismo modo en todas las
mujeres.

Tras la menopausia hay una disminución severa de
la producción de Estrógenos y
Progestágenos causantes de los cambios que se producen en
el aparato genital femenino:

Los ovarios disminuyen progresivamente de
tamaño.

Las Trompas de Falopio se hacen filiformes.

El útero regresa a su tamaño
pre-púber.

El endometrio y la mucosa del cuello uterino se
atrofian.

La vagina se hace más corta y menos
elástica.

La mucosa vaginal se hace más delgada y
friable.

Disminuye la capacidad de lubricación de la
vagina, lo que hace que el coito pueda ser doloroso.

Las mujeres mantienen su capacidad
multi-orgásmica pero más débil y con menor
número de contracciones.

Al atrofiarse los ovarios, disminuye la
producción de andrógenos, que parecen estar
relacionados con el interés sexual.

Es importante remarcar que, aunque tanto los cambios
anatómicos como los cambios fisiológicos ocurren de
forma universal, no tienen la misma relevancia en todas las
mujeres, quienes presentan variaciones individuales muy
importantes.

Cambios en el
Hombre

La Tipología normal del deterioro de las funciones
reproductivas del hombre es muy diferente de la que caracteriza a
las mujeres, ya que no existe un término claro y
definitivo de la fecundidad masculina. Si bien la
producción de esperma disminuye a partir de los 40
años, ésta continúa hasta más
allá de los 80 y 90 años. En tanto que la
producción de testosterona declina gradualmente desde los
55 ó 60 años.

Los cambios en la fisiología sexual del hombre, igualmente,
no se presentan de forma súbita ni de la misma forma en
todos los individuos, pero, el no ser conscientes de este proceso
fisiológico, puede llevar al anciano a presentar
síntomas de angustia anticipadora sobre su función
sexual, empeorando la misma.

Entre estos cambios se encuentran:

La disminución del tiempo para
lograr la erección con la edad. Es necesario
más tiempo para la estimulación y para alcanzar el
clímax sexual, siendo el orgasmo de duración
más corta.

Disminuye el número de erecciones nocturnas
involuntarias, lo cual generalmente carece de relevancia
clínica.

El período refractario tras la erección
aumenta marcadamente, llegando a ser de días.

La eyaculación se retrasa, por este motivo se
reduce también la frecuencia de eyaculación
prematura, lo que se convierte en una ventaja en los hombres que
presentan este trastorno.

La eyaculación es menos profusa.

Todos estos cambios parecen estar en relación con
múltiples factores hormonales, neuronales y vasculares,
entre los que destaca la disminución gradual en la
producción de testosterona, a menudo asociada con el
sobrepeso.

Factores
psicosociales

Para la mayoría de investigadores, la
disminución de la actividad sexual en la vejez se
relaciona tanto con los cambios físicos debidos al
envejecimiento anteriormente descritos, como con la influencia de
actitudes y
expectativas impuestas por el entorno social, así
también como con factores psicológicos propios del
individuo.

Muchos de los factores psicosociales que influyen en la
aparición de problemas en la actividad sexual en los
jóvenes también intervienen en los que presenta el
hombre mayor.

Puesto que en nuestra sociedad
aún se mide la actividad sexual según la
cohabitación, y como la frecuencia con que éste es
posible en la vejez es menor, muchas parejas de ancianos van
optando progresivamente por la abstinencia. Gran número de
personas mayores se niegan a cambiar sus costumbres y no aceptan
variar la actividad sexual. En adición, muchas mujeres,
han recibido una educación en la que
se rechazaba la actividad sexual femenina, por lo que es
infrecuente que sean ellas quienes inicien la diligencia
sexual.

Si el anciano sufre alguna enfermedad crónica,
aunque ésta no afecte directamente su capacidad sexual, el
miedo y la actitud negativa ante los problemas de la edad limitan
más la actividad sexual de ambos miembros de la
pareja.

La sociedad, por su parte, no ayuda en mucho a que las
personas ancianas puedan vivir y manifestar libremente su
sexualidad. En parte, el negativismo cultural, en lo que
atañe al sexo en la vejez, es reflejo de una actitud
generalizada de rechazo del individuo por el hecho de ser
mayor.

La sexualidad en el anciano no puede asociarse con la
procreación, y tiende a negarse su existencia, o al menos
es un tema tabú. En este sentido y como reflejo de ello,
en las residencias de ancianos no se facilita y por el contrario,
se limita cualquier posibilidad de actividad amatoria entre los
residentes.

Los límites
que aparecen en las residencias de ancianos son fundamentalmente
la falta de privacidad y la actitud del personal que
trabaja en las residencias criticando e impidiendo cualquier
manifestación de interés amoroso entre los
moradores, generalmente debido a la falta de conocimientos con
respecto al tema.

La preponderancia elevada de trastornos
psicopatológicos en los ancianos como son la depresión
o los trastornos de ansiedad, y la existencia de factores
estresantes, por otra parte muy frecuentes en la vejez,
contribuyen también a la aparición de diversas
dificultades en la actividad e interés sexual en el
viejo.

Por lo anteriormente expuesto, comprobamos que son
múltiples los factores psicosociales que pueden influir en
el deterioro progresivo de la actividad sexual en la vejez y que
el anciano se ve sometido a múltiples factores de riesgo que
contribuyen al deterioro de su actividad sexual.

Las causas
orgánicas

En el campo de la gerontología se estudian
cabalmente estas condiciones. Las que aquí nos ocupan son
las de origen del entorno (la obesidad y el abandono emocional) y
las psicológicas. Estas últimas permanecen, por
necesidad, imbricadas con las primeras.

Las
psicológicas

La causa más frecuente de disfunción
sexual de origen psicógeno es la depresión.
Ésta debe siempre ser considerada como factor, ya que es
responsable del 10% de los casos de impotencia en los ancianos.
Además y como hemos antes hemos visto, los agentes
farmacológicos que se utilizan en el tratamiento de dichos
trastornos pueden también contribuir a empeorar la
disfunción sexual, sobre todo los que tienen efectos anti
colinérgicos. Los antidepresivos pueden producir,
además de disfunción eréctil en el
varón, disminución de la libido y anorgasmia en la
mujer. El prozac se reconoce por sus efectos secundarios
negativos en la función sexual en cualquier edad y en
ambos sexos.

Otra patología psíquica que puede cursar
con alteraciones en la función sexual es el trastorno de
ansiedad en cualquiera de sus formas.

La homosexualidad. Asunto escabroso?

Merece la pena realizar una breve mención
respecto a la homosexualidad en el anciano dado que se trata de
una orientación sexual que por sí misma es fuente
de presión
desde la sociedad hacia el individuo y que en esta
población incrementa sus dificultades de expresión.
Si la sexualidad de los ancianos heterosexuales no es aceptada
por la sociedad, peor será la situación que se
presenta para los ancianos homosexuales.

Los escasos estudios realizados en esta población
muestran que el proceso de envejecimiento produce los mismos
cambios que en el anciano heterosexual. Sus relaciones y
problemas físicos no difieren mucho de los que se
encuentran en los heterosexuales de edad avanzada.

Los estudios realizados muestran que, aunque de joven
parejas homosexuales temía ser "descubiertos" como tales.
Que con la edad, se atenúa el temor a ser manifiestos. Una
posible explicación es que este miedo está ligado a
la pérdida de la seguridad en el
empleo y
desarrollo de
la carrera profesional, temores que desaparecen con la
jubilación.

En general, con el envejecimiento tienen más
problemas los ancianos homosexuales que las parejas
heterosexuales, a los que se añade al rechazo social, la
falta de protección sociofamiliar y la carencia de
amparo
jurídico cuando se produce la muerte de
un miembro de la pareja. Lo que, a menudo sucede, sin derecho a
pensión de compensación y sin ningún
reconocimiento para el miembro de la pareja que queda
solo.

La realidad psicológica y social de las mujeres
lesbianas es aún menos conocida, con muy pocos estudios
realizados, pero con una situación que no se diferencia
mucho de la de los varones ancianos homosexuales.

En
resumen

La creencia de que la edad avanzada y el declinar de la
actividad sexual están inexorablemente unidos ha hecho que
no se haya prestado atención adecuada a una de las
actividades que tramita mayor calidad de vida en los ancianos,
como es la sexualidad. Los estudios médicos demuestran que
la mayoría de las personas de edad avanzada son capaces de
tener relaciones y de sentir placer en toda la gama de las
actividades de este tipo a las que se entregan las personas
más jóvenes.

Una revisión de la literatura sugiere que hay una
disminución gradual en la frecuencia de las conductas
sexuales, con disminución del interés sexual y un
aumento de la frecuencia de disfunciones sexuales asociado con la
edad y empeorados por la dieta inapropiada y por la obesidad como
corolario final.

En los ancianos la función sexual se ve afectada
en primer lugar por los cambios fisiológicos y
anatómicos que el envejecimiento produce en el organismo
sano.

Un error frecuentemente aceptado es la confusión
entre envejecimiento y enfermedad.

Las características psicológicas, sociales
y culturales en las que tenga lugar la relación influyen
de manera decisiva en la función sexual.

En la vejez, el interés o deseo sexual se
mantiene mejor que la actividad sexual en los hombres, mientras
que en las mujeres existe un declive en ambos aspectos de la
sexualidad.

Existen importantes variaciones individuales en la
sexualidad durante la vejez, lo que indica que los cambios de la
actividad sexual en el anciano son fruto de la
intervención de múltiples factores.

El aumento de disfunciones sexuales en el anciano
también se ha visto recogido en los diferentes estudios
existentes sobre el tema. La disfunción sexual puede ser
debida a causas médicas, psicológicas y/o como
efecto secundario de la medicación administrada, donde los
factores psicológicos juegan un papel muy
importante.

La obesidad, flagelo persistente cultural, el consumo
excesivo del alcohol, los
efectos adversos demostrados — del azúcar
en la actividad sexual son indolentemente omitidos por los
expertos en sus recomendaciones. Todo confluye para que veamos la
sexualidad en la vejez a través de prismas miopes. (El
libro para aquí consultar es: Sugar Blues por
William Duftí).

Finalmente, hemos evitado discutir en mucho detalle los
factores asociados con la dieta, como asimismo hemos soslayado
revisar el resultado y efecto de la presencia de un mayor
índice de obesidad en las personas mayores, que aumenta al
unísono con el de la población general.

Finalmente, no reparamos en el efecto en el abatimiento,
por desuso, de las facultades intelectuales,
ya que el anciano de hoy no se arriesga a explorar actividades
que retan sus recursos
cognitivos.

Como antes hemos dicho: se puede envejecer sin achaques,
pero para hacerlo hay que desearlo y dedicarse a que así
lo sea.

Honi soit qui mal y pense?

Bibliografía

Provista por solicitud.

¡Dios mío,
qué solos se quedan los viejos!

Dr. Félix E. F. Larocca

Hace muchos, muchos años, durante los
tiempos románticos de mi juventud pasada, que solía
envolverme en el placer infinito de leer los poemas
líricos de la lengua
castellana. Esos recuerdos le prestan el título a esta
presentación. Se trata de las Rimas de Gustavo Adolfo
Bécquer, quien en su poema muy triste repetía
cadenciosamente "… Dios mío, ¡qué solos se
quedan los muertos!…"

La juventud se considera no sólo un
período relativamente fugaz de nuestras vidas; sino que
también, puede considerarse como estado evolutivo en el
ciclo psico-vital de nuestras existencias, como lo es, sin duda,
en una mayoría de los casos, un estado de ánimo, y
asimismo una actitud mental.

Con el pasaje de los años nuestras habilidades se
circunscriben, nuestros sentidos disminuyen en su agudeza,
nuestros reflejos se prolongan en el tiempo de sus respuestas,
nuestros intereses se reducen en su alcance, nuestra relevancia
comienza a desaparecer progresivamente; volviéndose los
llamados "Años de Oro de la
Vida
", a veces, una penuria prolongada de un modo
innecesario.

El corredor de maratones más
viejo del mundo: 96 años de edad?

Hay dos asuntos que son bien importantes y que hay que
tener en cuenta cuando se atenta la intrepidez de tratar de
explicar esta etapa de nuestras vidas. La primera es que para los
fines del Siglo XX, una proporción muy alta de la
población mundial estaba constituida por "gentes viejas";
y, segundo, que todas esas "gentes viejas", en el s.XXI, no se
ajustarán a los moldes estereotípicos que nuestra
sociedad les ha asignado.

¿Cuáles son esos "moldes
estereotípicos
" a los que yo me refiero?:

  • Que los viejos son limitados en sus habilidades
    atléticas. ¡Error!. Los viejos pueden entrenarse a
    correr maratones y a hacer ejercicios aeróbicos —
    hecho corroborado por el número creciente de aquellas
    personas de mucha edad quienes compiten sin dificultades y
    exitosamente en las olimpíadas que se llevan a cabo por
    toda Norteamérica anualmente.
  • Que los viejos carecen de vida e interés
    sexual. Otro concepto
    equivocado que falla en tomar en cuenta que los viejos
    sí que tienen intereses y existencias eróticas
    basadas en diseños exquisitamente "planeados" para
    nuestras especies. Lo que sucede es que nuestros estereotipos
    les asignan a ellos un climaterio prematuro y arbitrario al que
    ellos mismos, a menudo se "someten", sin saber por qué
    lo hacen.
  • Que a los viejos hay que engañarlos y hay que
    guardarles secretos — como a los niños
    muy jóvenes. "No le digan que va a ver un psiquiatra
    para su depresión, díganle que va a ver un
    médico para el asunto de que el pelo se le está
    cayendo"… un insulto u otra injuria adicional que se
    comete.
  • Que a los viejos hay que tratarlos como si fuesen
    infantes. No sólo se les roba la relevancia cuando se
    les fuerza a la
    jubilación prematura; sino que cuando se les visita, se
    hace de modo obsequioso y patrocinante, cargados de golosinas,
    presentándole "unos dulcitos" para "que se sientan bien"
    (¡qué farsa más torpe!).
  • Que la pérdida de memoria, que a
    veces aparece en algunos seres ancianos es síntoma
    patognomónico de la decadencia funcional del individuo;
    y no que, en su lugar, puede que sea una manifestación
    de trastornos depresivos, de la mala alimentación y/o de
    la falta de estimulación social y emocional. A veces es
    mejor asignarle a alguien (eufemísticamente una
    "enfermera"), en lugar de dedicarle tiempo con interés y
    sinceridad a la persona mayor.
    Lo que, en mi opinión es, simplemente crueldad
    injustificada.

Habiendo elaborado someramente, en aspectos selectos,
del problema de nuestros viejos. Yo quisiera hacer otros juicios
que aplican de modo bastante consistente a nuestra sociedad
dominicana.

En nuestro país la cúpula de la
ambición de los jóvenes, está ligada al
hecho de que la mayoría de los graduados, vástagos
de familias adineradas, inevitablemente pararán trabajando
para (y en los negocios de)
los padres exitosos quienes fueron los fundadores del imperio
económico de la familia.
Ello significa que luchas entre aliados serán inevitables
entre los hermanos, sus cónyuges, los primos (que
inevitablemente los habrá); y, por supuesto, la vieja
generación , quien ve su relevancia amenazada por la
presencia de una "juventud impetuosa", cuyas ideas (aunque sean
originales) a veces parecen audaces e impulsivas, en lugar de
relevantes.

He aquí el punto desde el cual
estratégicamente los viejos se "vuelven" "muy viejos", se
les infantiliza, se les miman, se les engorda, se les retira, y
se les relegan a la compañía de la proverbial
"compañera y custodia".

Como se lamentaba un señor de mente clara, de
visión intacta y de intereses vastos; pero que era viudo:
"¿Para esto nosotros criamos a los hijos?".

¡Dios mío y qué solos se quedan los
viejos!

Bibliografía

Amplia selección
de artículos técnicos y de información general se pueden obtener por
solicitud.

Dr. Félix E. F. Larocca

f.larocca[arroba]codetel.net.do

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